martes, 14 de enero de 2025

LOS SIETE MEJORES PUEBLOS GASTRONÓMICOS DE CASTILLA Y LEÓN

 

Los  7   mejores pueblos gastronómicos de C.yL.

 

De lechazos a cucharas; de morcillas legendarias a cochinillos asados; de legumbres con nombres y apellidos a pimientos asados irreprochables… Castilla y León hace gastronómicamente de su capa un sayo. Nuestros socios de AVOMACYL seguro que conocen muchos de estos lugares y si no, aquí tenéis unas breves reseñas.

 

Arévalo  (Ávila)

 

Discutir el trono de los asados de cochinillo a Segovia es un reto, pero en Arévalo, uno de los pueblos más gastronómicos de Ávila, lo consiguen. Restaurantes como el Mesón Asador las Cubas son una buena forma de entregarse a los placeres del asado castellano, pero también de sacar a relucir las cucharas, saboreando las legumbres locales de La Armuña. El Figón de Arévalo y El Tostón de Oro también merecen caber entre las recomendaciones de un pueblo que vive por y para el asado a orillas del río Adaja. 

 

Astorga  (León)

 

León es, tanto como capital como provincia, un destino privilegiado para comer. Del Húmedo a los botillos de Ponferrada, pasando por la deliciosa Astorga, una de las capitales del chocolate español, convirtiéndolo en un pueblo goloso donde disfrutar de sus mantecadas y sus merles, pero también del cocido magarato –el único cocido donde primero se comen las carnes y se termina con la sopa–. En Las Termas y en Casa Maragata se sirven dos de los mejores de la zona, pero también se puede estirar el viaje y dar rienda suelta a la cuchara en el cercano Castrillo de los Polvazares, un pueblo casi de cuento que en invierno es una humeante caldera de garbanzos, fideos y viandas.

 

Aranda de Duero  (Burgos)

 

La categoría de pueblo se queda, evidentemente, corta a Aranda del Duero, capital de la Ribera, donde el vino brilla tinto por bandera y donde el cordero tienta, seduce y renta desde tiempos inmemoriales. Locales como Asador Rafael Corrales, Casa Florencio o El Lagar de Isilla cumplen dos premisas fundamentales: buenos asados y buenas chuletillas a la brasa. Y, para los que busquen algo más de vanguardia, paradas recomendadas y necesarias son las que ofrecen El 51 del Sol o Cumpanis: Casa de Comidas. 

Ciudad Rodrigo  (Salamanca)

 

Hacer de un plato de aprovechamiento una epopeya gastronómica no está al alcance de todo el mundo, pero Ciudad Rodrigo lo consigue. Lo hace a través de una leyenda como es el farinato, el chorizo de los pobres que hizo de la necesidad virtud para utilizar remates de grasa, pimentón y harina para un embutido que pide pan y huevos fritos. Completamente fortificada, Ciudad Rodrigo protege de puertas para adentro una cocina charra donde no falta el cerdo ibérico, el guiso de cuchara y, en casas como el restaurante Estoril, se concede guiños a la creatividad, pero sin dejar las bases de lado, como en sus cazuelas de níscalos guisados con garbanzos como si fueran callos. 

 

Sepúlveda  (Segovia)

Quedarse con una sola referencia para saborear la provincia de Segovia, especialmente en invierno, es casi un pecado capital. Tanto como, además, no dejarse tentar por los asadores capitalinos, auténticas leyendas. Una provincia capaz de encaramarse a Guadarrama, pero también de tentar con asados como los que se gestan en Sepúlveda. Atrapado por el río Duratón, este sabroso pueblo hace de sus corderos el alfa y el omega gastronómico en los figones. Referencias imprescindibles son El Zute Mayor y El Zute Menor, pero también El Panadero o El Figón de Ismael.

 

Burgo de Osma  (Soria)

Totémico es el torrezno en la provincia de Soria. Santo y seña de una forma de rendir culto al tocino del cerdo para, además, haberlo exportado más allá de sus fronteras. Sin embargo, es en casa donde mejor se come. Y una de esas casas es un pueblo tan singular como gastronómico: Burgo de Osma, que, además, no solo presume de torreznos, sino también de catedral. A cuatro pasos de ella y bajo los soportales de la Calle Mayor se sienta cátedra tocinera en el Bar Círculo, haciendo de este humilde local un lugar de peregrinación para los amantes del cerdo. 

 

Peñafiel  (Valladolid)

 

Un castillo por testigo y un restaurante imprescindible, no ya en Valladolid. Tampoco ya en Castilla y León, sino en toda España, como es el restaurante Ambivium sirve para ejemplificar a un pueblo donde el vino lo es casi todo. En Ambivium, con una estrella Michelin, no solo se rinde tributo a Baco con una de las mejores cartas de vinos de España, sino también con la mesa. De ello se encarga el chef Cristóbal Muñoz, almeriense de cuna, pero que ha forjado su designio gastronómico en plena Castilla. Aquí, poniendo lo local por bandera, coloca la guinda de alta cocina a un pueblo donde habitan también clásicos tradicionales como El Corralillo o El Molino de Palacios. De nuevo cuño y para no perder de vista, el restaurante Curioso también.

 

 

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